Más allá de la forma: Asana y yinasana
- Yoga Yin Escuela Virtual

- 12 ago
- 6 Min. de lectura
Los asanas en el yin yoga no buscan una forma ideal, sino una experiencia interna. Más que alinearse, se trata de habitar el cuerpo, explorar el silencio y dar lugar a lo que emerge. Esta nota recorre la historia del asana, su sentido más allá de lo físico y cómo el yin yoga invita a una práctica meditativa, amable y transformadora. Por Estela Chapuis

¿Qué me enamoró del yin yoga? ¿Qué encuentro de especial en esa práctica donde, a primera vista, solo practico asanas? ¿Qué tiene de distinto? ¿Por qué, al terminarla, me siento que hice YOGA, en mayúsculas?
Todas estas preguntas surgen cuando pienso en la entrada que me propuse escribir para este blog. Y para responder, es bueno empezar con un poquito de historia.
Asana en los distintos yogas
En su Yoga Sutra Patanjali* habla de asana únicamente en dos ocasiones. Y se refiere de esta manera a una “postura adecuada a la meditación”. El camino del yoga en el Patanjali Yoga comienza ahí, en el momento que te sientas a meditar.
En los tantras tampoco se hace referencia a asana tal como la practicamos ahora. Sus prácticas consistían en rituales, visualizaciones. Era un yoga iniciático y secreto.
El hatha yoga medieval evoluciona del Tantra, liberando su práctica de las partes más oscuras y popularizándolo. Hatha significa yoga fuerte y está diseñada para fortalecer el cuerpo y prepararlo para otras formas de yoga. Acá los asanas forman parte de un protocolo que incluía purificaciones (shatkarmas), prácticas de control de la respiración (pranayamas), gestos (mudras), cierres energéticos o llaves (bandhas).
En el Hatha Pradipika —el texto más conocido sobre hatha yoga, escrito en el S. XV— se nombran 15 asanas, de las cuales ocho son posturas de meditación que deben mantenerse por largo tiempo.
El yoga moderno es un yoga global, donde confluyen tradiciones de India y Occidente, y en el que el asana se vuelve el 90 por ciento de la práctica, tanto, que identificamos yoga con postura.
El yoga contemporáneo es físico, postural, mental y emocional. Está orientado hacia una vida saludable. Es espiritual y no religioso. Es cambiante y en evolución.
El cuerpo, los cuerpos
Tanto el yoga clásico de los Vedas, como el yoga de Patanjali, nos dicen que el cuerpo está formado por tres cuerpos: el cuerpo burdo, el cuerpo sutil y el cuerpo causal.
El burdo es el cuerpo de carne y hueso que estudia la anatomía, el cuerpo de la comida.
El sutil evoluciona desde el cuerpo causal y no es visible, pero se experimenta. Abarca los aspectos energéticos, emocionales, mentales y psíquicos.
El cuerpo causal es el origen de todo y se encuentra más allá de la mente, es el cuerpo donde reside el Ser, el cuerpo de la Intuición o mente superior.
A este modelo, el tantra le agrega una estructura muy elaborada para explicar cómo funcionan la fuerzas vital y mental dentro del ser humano. Esa estructura reside en el cuerpo sutil y está compuesta por los nadis y chakras. Este es el modelo que migra al hatha yoga y llega a nuestros días.
El tantra, el hatha yoga y el tao inspiran al yin yoga. Comparten una visión similar del universo y del hombre: todo está en todas partes y no somos diferentes del resto del universo. “Sé uno con todo”, nos dice.**
Más allá de la forma
Hasta acá está clara cuál es la visión de las distintas corrientes del cuerpo y los asanas. Pero, ¿cómo se relaciona esto con yin asana? La práctica de yoga nos propone un viaje:
Del cuerpo físico al sutil.
Del cuerpo sutil al cuerpo causal.
De la postura a la silueta o figura. De la silueta al asana. Del asana a la meditación
Si hacer circular la energía y prepararnos para la meditación son objetivo en las prácticas de hatha yoga, el yin yoga nos propone hacerlo de una manera diferente.
Yin nos propone entrar en la forma de los asanas hasta la profundidad adecuada, sintiendo sin forzar, para luego permanecer ahí, quietos, contemplando buscando no intervenir. No nos da una forma: nos invita a encontrarla, de acuerdo con nuestro momento, físico y emocional.
Comienza por el cuerpo físico, armando una silueta. Dando lugar al tiempo de reconocerse buscando la forma que te conviene hoy para encontrar el estímulo deseado, pensemos por ejemplo en cualquier posición en la que se trabaje por ejemplo los isquiotibiales/espalda baja por estiramiento. Podríamos decir algo así:
La siguente posición tiene como proósito el estiramiento en la parte posterior del cuerpo. Para eso puedes optar por sentarte y estirar las piernas, ponerte de pie y plegarte en lo que sería Uttanasana, o bien recostarte en “Caracol” ó Halasana en la práctica de Hatha. Tomate un momento para sentir dónde está el estímulo que sea amable con tu cuerpo para tener un lugar de inicio y desde allí ir explorando los sutiles cambios en la permanencia.
Así se va construyendo la postura:
Toma conciencia de tu cuerpo en esa postura. El contacto con el suelo, con la ropa. El espacio a tu alrededor y tu cuerpo en el espacio. El espacio que ocupa tu cuerpo. Las zonas donde percibes el estímulo, dónde hay compresión, tensión. El espacio que se crea en tus articulaciones, entre los huesos. Las partes más duras, las más blandas. Reconoce las respuestas de tu cuerpo físico en forma de emociones o pensamientos. ¿Hay comodidad, incomodidad o sensaciones neutras?

En los Yin asanas debes desarrollar la aceptación de lo que vas encontrando, manteniendo la presencia, momento a momento. Reconocer tus sensaciones, emociones y tomar distancia para no dejarte arrastrar por ellas. La postura se convierte en asana, donde permaneces en quietud de forma amable, relajando el esfuerzo y la contracción muscular:
“Observa tus sentimientos más íntimos. ¿Hay algún pensamiento o emoción que surja de la forma que adoptó tu cuerpo? ¿Hay alguna charla o diálogo interno? ¿Surge algún impulso a causa de esas sensaciones? ¿Alguna emoción particular asociada lo que estás observando? Consciencia testigo observa las señales que tu cuerpo envía a tu cerebro. Sentir es distinto que pensar. ¿Sientes ganas de moverte o cambiar tu postura, o es mejor permanecer? Y en el asana date espacio para el silencio***, que nada ahora entorpezca tu experiencia”.
Yin yoga: donde el tiempo se detiene
En el yoga sutra (2.46 y 2.47), Patanjali dice: “Asana debe ser estable y cómoda”. Y agrega: “Asana se domina mediante la relajación del esfuerzo y la meditación”.
Yin asana es la pausa para entrar en el silencio, en el aspecto más meditativo de la práctica: la búsqueda espiritual.
Yin yoga nos dice que asana puede ser mucho más que un objetivo en sí mismo, mucho más que una práctica puramente física.
Yin asana nos invita a practicar el desapego y la humildad. Nos pide dejar de lado el ego para practicar la aceptación. Nos invita a entrenar el Testigo imparcial. Por tanto, a ir desarrollando en la práctica la atención y los estados más meditativos.
Nos recuerda que YOGA, con mayúsculas, es un proceso, una forma de vida, es evolución interior, en última instancia, un proceso espiritual.
Cierro con tres citas que nos ayudan a reflexionar:
“A través de la atención amorosa, el cuerpo se convierte en un camino de libertad”, Swami Satyananda
“El cuerpo es mi templo, los asanas mis herramientas”, Iyengar
“Sin el cuerpo, ¿cómo puede uno lograr el conocimiento? El cuerpo es el medio para todo”, Kularnava Tantra, II. 15-16.
Bibliografía
* Patanjali, sabio indio que sistematizó el yoga de la filosofía Samkhya en su “Yoga Sutra, aforismos del yoga”.
** “Todo lo que está aquí está en todas partes, lo que no está, no está en ninguna parte” Vishvasara Tantra
*** “Silencio. Ausencia de ruido, ayuno de palabra, renunciación. Canto secreto del lenguaje llegado a su fin. Que el silencio lo penetre todo, hasta más allá del concepto y el intelecto, y nos conduzca al corazón”. (Los más bellos cuentos Zen, Henri Brunel).







Comentarios