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Yin Yoga, la práctica ‘sin alineación’

La práctica de Yin Yoga, es todo lo opuesto a una práctica visualmente estética. Sacar fotos para promocionar las clases es todo un desafío para la óptica de un ojo “alineado”. A decir verdad, desde afuera las posturas se ven desarmadas, flojas y desalineadas.

En la práctica Yin NO hay alineación. ¿Por qué?

Porque en primer lugar no estimulamos al cuerpo en movimiento, por lo tanto no hay activación muscular para buscar una alineación. No queremos activar los músculos enaltecerlos o bien, brillar en la forma de la postura. Por el contrario, en esta práctica buscamos ir a los tejidos más profundos, los tejidos “yin” y para eso es preciso adaptar al cuerpo a la forma de la postura para así, lograr estimular el área que intencionalmente se busca en ella.

Como profesores/as damos, pistas, claves para ahondar en los asanas, pero no damos comandos de alineación “estandarizada”. No hay ajustes, hay asistencia. La única forma de saber que el practicante está en la “correcta alineación” (que su propia sensación en el área a estimular), es básicamente, preguntándole y asistiendo para que la encuentre mediante el uso de props como pared, sillas, bolsters, etc su postura adecuada para ese día en esa práctica. Y en última instancia, guiarlos a habitar las posturas aprendiendo con curiosidad y paciencia las características de sus tejidos, el tamaño de sus huesos, los rangos de movilidad de su cuerpo para que no tenga que esforzarse por alinearse ni pretender una alineación si su fisionomía naturalmente no se lo permite.

Las posturas en Yin Yoga son limitadas; las variantes infinitas.

La alineación es necesaria y mantiene a salvo a nuestras articulaciones dando estabilidad en las posturas cuando estamos en una práctica del tipo “Yang”, en la que nuestros músculos están comprometidos y en dónde el foco o la intención de la práctica es otra.

Pero quienes conocen la práctica Yin, saben que aquí sucede lo contrario. No activamos los músculos, sino que los relajamos, para poder acceder a los tejidos más profundos y estimularlos en frío, en quietud y permanencia.

La premisa del Yin Yoga es armonizar el flujo de energía en nuestro tejidos yin, específicamente en la fascia, nuestro tejido conectivo, receptivo y sensorial más grande de nuestro cuerpo. Para estimularlo debemos movilizar y estimular de diversas formas nuestro cuerpo, como una gran red en el que queremos que todas nuestras “fibras” puedan ubicarse de forma en que puedan moverse libremente hacia todos los lados. Una forma de estímulo que utilizamos en la práctica de Yin Yoga, es aplicando un tipo de tensión a través de un “estrés” en los asanas. Para eso precisamos de forma curiosa y lenta explorar nuevas formas y sensaciones. Hacer espacio, buscar variaciones, utilizar elementos, probar, armar y desarmar, avanzar y retroceder y explorar los límites con conciencia y presencia. Esto a veces es el mayor desafío para quienes estamos acostumbrados al manual de la alineación en nuestras prácticas más “Yang”. 

Pongamoslo así: seríamos capaces de entregarnos y soltarnos en la postura cuando estamos ejerciendo una resistencia? Imagina estar activando tus músculos por 5 minutos o más, sin pausa. Más allá de lo que podría suceder a nivel físico, ¿podrías entregarte y permitirte sentir las emociones que afloran en tu práctica? O estarías preocupado por lo que podría suceder ante la no alineación? Y si sucediera esto último, podemos reflexionar: ¿acaso los antiguos yoguis de la India practicaban completamente alineados en eka pada rajakapotasana con su pantorrilla completamente paralela al frente del mat?

Habitar una postura de yoga en tiempos prolongados sin alineación nos saca de la “zona de confort” con cierto rechazo, prejuicio y hasta quizás, miedo.

Lo cierto es que no corremos ningún riesgo permaneciendo en un Yin Asana sin alineación, por el contrario, la NO alineación y la búsqueda de sensaciones en las áreas marcadas, nos permitirá aplicar el correcto estímulo sobre el tejidos para así remodelarlo, hidratarlo y asegurarnos de que la energía corra con fluidez por nuestro organismo. Y a su vez darle movilidad en todas sus direcciones, para lograr así movilidad y libertad en el propio cuerpo.

 
 
 

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