Yoga funcional: ¿estilo o paradigma de enseñanza?
- Yoga Yin Escuela Virtual
- 22 jul
- 5 Min. de lectura
Cada vez más presente en formaciones y clases, el yoga funcional no se define por la estética de las posturas, sino por su propósito. Esta nota indaga en los principios clave del enfoque: la variabilidad anatómica, el respeto por la singularidad del cuerpo y la búsqueda de áreas marcadas, para pensar una práctica adaptada, segura y significativa. Por Germán Ledesma
El mundo vive un momento de la historia y la transmisión del yoga apasionante: en las últimas décadas se desarrollaron nuevos estilos y formas, con diferentes enfoques y paradigmas.
Títulos como yoga funcional, yin yoga, yoga somático, embodiment o yoga sensible son cada vez más frecuentes y expandidos. El acceso a la información, clases y cursos es más democrático, abierto y accesible, con una masa crítica cada vez más grande.
En esta ampliación de nuevos enfoques, destaca con resonancia el yoga funcional. Pero, ¿a qué se refiere esta idea? ¿Qué es?

¿Qué es el yoga funcional?
La práctica y enseñanza del yoga evolucionó a través del tiempo. En sus orígenes fue una transmisión iniciática de Gurú a discípulo, individualizada y de renunciación materia.
En la modernidad, las clases son más estandarizadas, abiertas y grupales, por lo que es más difícil la adaptación a las necesidades y condiciones individuales de cada practicante.
Esta estandarización de la práctica y la transmisión lleva a algunas generalizaciones en las formas de enseñar y compartir. Estas pueden ser útiles en muchos casos; pero, en muchos otros, puede ser inefectiva, contraproducente e incluso potencialmente peligrosa o dañina.
“La diferencia no es deficiencia”
Cada cuerpo es diferente, y eso está bien. Cada quien tiene un color de piel, tono muscular, fuerza, flexibilidad, formas, tamaños, proporciones, contexturas, fisiologías y huesos diferentes.
Cada ser humano es único, en su forma y contexto sociocultural. Estos aspectos y variabilidades pueden tanto facilitar, como perjudicar el movimiento o el armado y permanencia en algunas posturas.
Teniendo en cuenta esta perspectiva es interesante hacerse dos preguntas. ¿Tuviste en cuenta estas diferencias a la hora de guiar una práctica? ¿Y en tu práctica personal?
El yoga funcional: propósito y apariencia
Honrar la diferencia humana es un paso fundamental, inicial y necesario del yoga, pero al mismo tiempo es insuficiente para explicar hacia dónde apunta el enfoque funcional.

Paul Grilley, creador del método de yin yoga explicó al respecto: “En un enfoque funcional del Yoga no existe una postura perfecta. Cada posición de la mano o el pie, facilita o dificulta la posibilidad de estresar las áreas marcadas. La forma más efectiva de hacerlo variará según el cuerpo de cada persona”.
Grilley introdujo la noción de una “postura perfecta”. Esto hace referencia a un asana vistosa y “estética”, que cumple con parámetros estáticos o rígidos de alineación universal (para todas/os), una postura alineada geométricamente.
También introdujo el concepto de “área marcada” o área objetivo. Esta es una región del cuerpo que se busca estimular a través de distintos tipos de estrés, como la tensión (estiramiento), compresión, torsión y activación muscular.
Qué es el área marcada según Paul Grilley
Si bien cuando Grilley desccribió el enfoque funcional del yoga hizo referencia a la práctica de asanas, se sabe que la práctica de yoga no se limita solo a ellas.
Cada practicante tiene un propósito personal de por qué o para qué practica yoga. Ya sea desarrollar un cuerpo sano y fuerte, mejorar la flexibilidad, calmar la mente y relajar el cuerpo, aumentar su conciencia corporal, meditar o desarrollar su aspecto espiritual.
Todos los propósitos son funcionales y válidos, aunque este artículo solo se referirá al aspecto físico de la práctica de asana, que según este enfoque funcional, tienen uno o varios objetivos o áreas marcadas.
Esto es válido ya sea para asanas de tipo yang, que buscan la activación muscular, desarrollar la fuerza, estabilidad y flexibilidad a través del movimiento consciente, como para asanas yin, con una impronta meditativa, en quietud y permanencia, con más relajación muscular para acceder a estimular tejidos profundos como la fascia, tendones, huesos y componentes articulares.
¿Cómo pueden traducirse en la práctica de asanas, los propósitos funcionales y áreas marcadas?
Para desarrollar este aspecto, se puede observar unos ejemplos.
Las imágenes representan siluetas del cuerpo que muestran un instante determinado, una foto. Y más allá de que se podría ponerle a estas siluetas un nombre propio (Dhanurasana, Ustrasana, Chakrasana, Esfinge, Corazón abierto) para este ejemplo es mejor llamarla variante 1, 2, 3, 4 y 5.
Imagen 1,2,3

Las variantes 1, 2 y 3 tienen una clara impronta yang, proponen la activación y tono muscular para mantener la estabilidad y la estructura.

Para traducir las siluetas a un lenguaje funcional se puede referir a las acciones articulares y musculares y las partes del cuerpo que buscan estimular. Las áreas marcadas de estas posturas son:

Extensión de la columna.
Activación de los músculos extensores de la espalda
Activación de Glúteos y Cuádriceps o isquiotibiales dependiendo la variante.
Tensión/estiramiento del frente del torso (recto abdominal, flexores de cadera).
Imágenes 4 y 5
Estas siluetas están más relacionadas al yin, comúnmente llamadas Esfinge y Corazón abierto. Buscan poner el foco en la generación de tensión y compresión más que en la activación muscular.
Las áreas marcadas son:
Tensión del frente del torso y recto abdominal.
Compresión sacro-lumbar.

Si en estas siluetas o en cualquier otra --y en cualquier plano del cuerpo, sentado, de pie o acostado-- se realizan acciones articulares y musculares; o se hacen sintiendo la tensión, compresión o contracción de estas zonas del cuerpo, se está en la postura.

En este enfoque funcional, se fomenta la exploración y el movimiento de las distintas partes del cuerpo desde una base anatómica, para acceder con un propósito claro a las áreas marcadas, independientemente de cómo se vean externamente.
Conclusiones finales
De esto se desprende que el yoga funcional no es un estilo de yoga, es una forma de enseñar y abordar la práctica, de devolver la autonomía a los practicantes para que descubran qué es lo mejor para ellos, ofrecer variantes con inteligencia, teniendo en cuenta la variabilidad humana y siempre con el norte de estimular las áreas marcadas.
Cómo acercarse al enfoque funcional en la enseñanza
Aquí algunas ideas:
Nombrar e indicar las áreas objetivo en las posturas.
Tener en cuenta la variabilidad humana y ósea.
Ofrecer la exploración de los parámetros de movimiento y ubicación del cuerpo en búsqueda de las áreas marcadas.
Dar variaciones en los cambios de plano del cuerpo (de pie, acostado, sentado).
Utilizar props como soportes y apoyo para sentir o regular la sensación en las áreas marcadas.
El enfoque funcional brinda herramientas concretas para desarrollar una práctica compasiva, segura y efectiva. Una práctica que nos incluya a todos/as.
Tu cuerpo es único, por lo que tu yoga también lo es.
Por Germán Ledesma.
Bibliografía.
“Your body, your yoga”, Bernie Clark.
Material del Yin Yoga Teacher Training, escuela Yoga Yin, 2025.
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