El método Yin Yoga me sorprendió y lo interpreto como una media verdad, al igual que la descripción del Kybalion. "Todas las verdades no son más que media verdad". Por eso, creo que Yin es una respuesta en un extremo ligado a la permanencia y justamente la otra media verdad es la impermanencia.
La dinámica entre la sensación de ansiedad que puede brotar durante cada asana, y la conexión con la respiración para apaciguar esa "necesidad" de escape, conecta directamente con un canal profundo. Esto no es nada nuevo, justamente la palabra respiración está ligada al espíritu (Spirare).
La dulzura cóncava de la receptividad amorosa sostiene y no hay más nada que hacer más que soltar el propio peso a la Tierra. El concepto de "grounding" en esta práctica es protagonista. Será que todas esas tensiones acumuladas por nuestro cuerpo necesitan ser descargadas que sentimos tanto placer al soltar lo que no nos pertenece en esencia.
La sensación más clara que visualizo a través de la práctica de Yin es la de sentir como desde la profundidad muscular es liberada la energía acumulada, la cual es dirigida mediante invisibles hilos energéticos hacia una salida, generalmente un bostezo. Así minuto a minuto voy pudiendo utilizar todo el espacio adquirido en conectarme con mi corazón. Y ahí comienza una nueva etapa: La creación amorosa de una nueva realidad en mi día. Siempre recuerdo la frase que dice algo así: "para agarrar algo nuevo hay que aprender a soltar lo viejo". Esta técnica me permite soltar todo lo que no comprende el aspecto racional. Gracias al Yin me estoy conectando más con mi corazón y gracias a eso es que puedo crear una realidad diferente.
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