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El fin último del yin yoga: aprender a guiar tu propia práctica

Actualizado: 1 sept

En el yin yoga, el verdadero objetivo no es lograr posturas perfectas, sino desarrollar autonomía en la práctica. Comprender tu anatomía, reconocer qué estímulo necesitas y elegir las asanas que mejor funcionan es el camino para una práctica segura, profunda y transformadora. Por Jennifer Resnik


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Muchas notas del blog abordan el enfoque funcional del yoga: de huesos, de fascia, de recordar que la práctica, ante todo, es terapéutica y debería ser adaptada a todos los cuerpos y necesidades particulares.


Frente a esto, Paul Grilley —reconocido docente y uno de los pioneros en la difusión del yin yoga dice que el propósito funcional del yin yoga es el rebote.


Yo digo que el propósito funcional del yin yoga, basándonos también en su metodología 14-10-7, tan simple y clara como profunda, es que finalmente el practicante no nos necesite. Sí, así como lees: que el/la practicante no precise de ningún docente. Que aprenda a ser su propia guía y su propio maestro. 


Hace algunos años presencié un debate acerca de qué significa ser “avanzado” en la práctica de yoga. ¿Tiene que ver con la capacidad de realizar asanas complejas, que requieren mucho rango de movimiento y fuerza? 

¿O con la constancia en la práctica, con tomar autonomía de ella, es decir, reconociendo de manera consciente qué tipo de práctica/ritmo/asanas se precisa en cada momento?


Hay días en que podemos sentir ganas de hacer vinyasas, equilibrios, invertidas, desafiarnos, transpirar un poco, respirar de manera activa y encender el fuego interno. 

Y otros en donde honrar la energía yin es esencial, y aterrizar en el mat y recostarse en savasana o realizar balasana parece ser todo un logro.


Yoga estético y funcional: qué los diferencia


Desde un enfoque funcional, se abordan los asanas comprendiendo qué parte del cuerpo busca ser estimulada y cómo. Qué se debería sentir: estiramiento, activación muscular, movilidad o compresión. 


Y es desde aquí que los arquetipos, las familias de posturas que comparten estas partes del cuerpo a trabajar, cobran vida.

Si hay indicaciones de cómo armar el asana, hablamos de un enfoque “estético” de la práctica. Si indicamos dónde se debe sentir la sensación es “funcional”.


5 de 7 arquetipos:

  1. Para trabajar la cadena posterior del cuerpo: Arquetipo Oruga

  2. Parte interna del cuerpo: Arquetipo Libélula

  3. Parte externa de las caderas y piernas: Arquetipo Lazo

  4. Parte lateral del torso: Arquetipo Torsión

  5. Parte anterior del cuerpo: Arquetipo Sillín


Los parámetros del movimiento en yin yoga


Para ejecutar estos arquetipos, es necesario que intervengan lo que llamamos parámetros de movimiento y exploración

Esto quiere decir que conocer los tejidos más blandos, su capacidad elástica de estiramiento y la forma de los huesos, que determinan nuestros rangos de movimiento, nos permitirá abordar en cada zona específica del cuerpo el asana que se ajuste mejor a nuestra anatomía.

Ajustar el asana sin forzar la forma, sin querer encajar o realizar figuras estéticas porque creemos que así deben realizarse. 

Y lo mismo en los practicantes: comprender la biomecánica funcional del cuerpo, sus movimientos naturales y cómo dar indicaciones para que cada persona pueda indagar y encontrar el estímulo propuesto, en ese día, en esa clase.

Aprender de anatomía física funcional es necesario y urgente. Estudiarla y comprenderla debería ser un requisito fundamental a la hora de enseñar: es la llave que abre el cuerpo físico a la energía del cuerpo sutil.


La clave del éxito en el yoga


Para lograr que el practicante no necesite mirar lo que hace el profesor con su cuerpo (con su propia “habilidad esquelética”), no copie lo que hace los demás ni se rija por cómo debe verse el asana en el ideal de Pinterest o Instagram, y, por el contrario, encuentre la llave que abre su propio cuerpo, se requiere nada más y nada menos que práctica.


Mi caso de éxito: lo que logré en tres años enseñando de manera continua a un grupo comprometido en mi sala de Tandil.


Resulta que este mes entré en licencia por maternidad, por lo que en las últimas clases me dediqué a enseñar como me gusta practicar a mí: con autonomía e independencia, eligiendo qué es lo que necesito en cada momento.


Variante 1
Variante 1
Variante 2
Variante 2

Consideré la experiencia que la mayoría de ellos tiene en la práctica y los guié por zonas del cuerpo. Les ofrecí entre 2 o 3 variantes/siluetas distintas, pero que trabajan la misma área de estímulo y para el inicio y final de práctica les indiqué el tiempo de permanencia y que elijan que asanas realizar. 



Y me dediqué a observar qué figuras elegían, cómo colocaban los elementos, cómo se ubican en el espacio y qué rebotes realizaban para el descanso.


Variante 3
Variante 3

Sus devoluciones en la sala fueron, ante todo, profundas, ya que cada uno, en base a su experiencia y práctica, pudo comprender a la perfección cuáles son los asanas que funcionan mejor para ellos.


Eso habilitó prácticas más meditativas, menos guiadas por mí (aunque sí con una propuesta clara de zonas generales a trabajar y acompañando la relajación para volver al eje e intención del yin) y con ellos con mucha más autonomía de su parte de cómo hacerlo para que sus prácticas sean seguras, efectivas y reveladoras. 




Y este es, para mí, el gran objetivo final: comprender qué tipo de estímulo se necesita, en qué parte del cuerpo, y cuál es la silueta que trabaja mejor para mi propia anatomía. La que abre, la que habilita, la que no fuerza, la que permite que la meditación emerja.



Una reflexión final


¿Es necesario poder realizar Janu Sirsasana A, B y C? ¿O es mejor encontrar la variante de este asana que funciona mejor para nuestra propia anatomía, comprendiendo cuál es su propósito, para qué fue diseñada?

Podemos practicar un asana por varios meses —incluso años— y que sea la más efectiva. Podemos probar figuras nuevas, más o menos desafiantes, pero si encuentras una que funciona, es por ahí… mantenlo simple. 

“Escucha a tu cuerpo” “no te lastimes”

son frases que repetimos a diario en Yoga. Pero, ¿qué quiere decir realmente?


Escucha a tu cuerpo encontrando el estímulo adecuado. Regula la intensidad. Moviliza tal parte del cuerpo ahora, ¿dónde sientes el estímulo? ¿Te sientes a “salvo”? ¿Puedes respirarlo? ¡Es por ahí!


 
 
 

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